Friday, April 29, 2016

Celebración del sacramento de la reconciliación

El primer sábado de febrero celebramos el sacramento de la reconciliación con los jóvenes que están preparándose para ser confirmados. El sacramento se celebró en el marco de un retiro espiritual (de 9 de la mañana a 6 de la tarde). Al final del día nos reunimos con los miembros de la parroquia para celebrar el sacramento de la Eucaristía.

¿Se confiesan a menudo los jóvenes?

La celebración del sacramento de la reconciliación no es algo en lo que nuestros jóvenes participen a menudo. La mayoría de ellos se confiesan una vez al año. Algunos no se habían confesado desde la primera comunión. Solo unos pocos se confiesan regularmente.

Importancia de enmarcar el sacramento de la reconciliación en un día de retiro espiritual

La celebración del sacramento de la reconciliación vino precedida por una introducción de aprox. 20 minutos de duración, al final de la cual hubo turno de preguntas y algunos catequistas ofrecieron su testimonio sobre como ellos viven este sacramento. El sacerdote había ofrecido su testimonio con anterioridad.

Para muchos de nuestros jóvenes este sacramento en lugar de una celebración es una penitencia. Así es como a menudo se lo han explicado y así es como ellos lo viven. La coordinadora de la catequesis de confirmación había escogido para la introducción este título: "La Alegría del Perdón".

Algunos jóvenes no tienen muy claro esto de la confesión y se resisten a decir sus pecados "a un hombre". Aquí podemos notar la influencia de algunos grupos evangélicos muy arraigados en nuestro vecindario. Por esto, creemos que no podemos dejar la celebración de este sacramento a la espontaneidad del momento. Este es un sacramento tan importante como los demás y debe prepararse con esmero.

Introducción al sacramento de la reconciliación para jóvenes

Varios son los puntos que me gusta resaltar, siempre teniendo nuestras experiencias como punto de partida.

Primer punto:
la humildad,

1. Vivimos en una sociedad en que la humildad se nota por su ausencia. Los fuertes imponen sus criterios y prioridades. Tristemente podemos decir que la autoridad y el poder no entienden mucho de humildad. Por otro lado, muchos débiles prefieren el ojo por ojo y el diente por diente. Su modo de entender la justicia se parece más al desquite y la revancha que a la búsqueda del perdón y la reconciliación. Sin embargo, es necesario ser humilde para tener una imagen bien enfocada de nosotros mismos porque sin humildad nos creemos que no necesitamos de los demás.

2. La persona humilde reconoce sus fracasos, faltas, ansiedades y pecados. Por eso, la humildad nos ayuda a ser sabios y tal vez hasta inteligentes.

3. La persona humilde reconoce que necesita de los demás, que no debe aislarse y depender de si mismo/a; esto no es humano y, mucho menos, cristiano.

4. El sacramento del perdón y la reconciliación nos invita y nos enseña a ser humildes porque reconocer nuestras debilidades es un acto de humildad.

Segundo punto: 
Aprender a perdonar en familia y en el hogar

5. Padres y catequistas deben saber que el mejor lugar para aprender a perdonar y a pedir perdón es el hogar, la familia. Si no aprendemos a perdonar en el hogar, cuesta mucho más aprender a perdonar en la iglesia o en cualquier otro lugar.

6. Las discusiones familiares son muy normales y hasta necesarias para conocernos como verdaderamente somos. No existen familias emocionalmente y espiritualmente sanas donde no se produzcan malentendidos y discusiones. El hogar es el primer lugar donde nos mostramos como somos, sin máscaras, con nuestra mejor y peor cara.

7. Por eso, es también en el hogar donde uno/a aprende a reconocer su orgullo, su egoismo, sus envidias, sus faltas. La persona que no aprende a pedir perdón y a perdonar en el seno de su familia crece con unas heridas que, aunque invisibles, condicionan su madurez emocional y espiritual.

Tercer punto:
Aprender a perdonar en la Iglesia

(Continuará)

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